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La resiliencia tras la tormenta

Más de un mes después de las fuertes tormentas e inundaciones que asolaron Valencia y gran parte de la costa mediterránea Española, las secuelas siguen siendo evidentes. “Y nos quedan muchos años para reponernos” nos dicen los agricultores afectados con los que hablamos. 

Tras las inundaciones de Valencia, os informamos de que los trabajadores y agricultores de CrowdFarming estaban bien, aunque algunos sí habían sufrido daños materiales. Conforme ha ido pasando el tiempo, hemos podido conocer las consecuencias más profundas que las lluvias e inundaciones han tenido en el campo y en su tejido socioeconómico. También hemos sido testigos de la cara más solidaria de los agricultores. 

Cultivando Solidaridad


Iván, desde la ONG CERAI y su iniciativa Horta Cuina, coordina desde hace un tiempo a pequeños agricultores locales – en su mayoría ecológicos – para proveer de fruta y verdura ecológica a los colegios valencianos. Este grupo de agricultores suministra verduras para la suscripción mensual de CrowdFarming. 

Gracias a la buena coordinación que ya tenían establecida, este grupo de agricultores se pudo poner rápidamente manos a la obra. Agricultores que vieron reducida de golpe su demanda – la economía se pausa en estas situaciones – llevaron sus productos a comunidades que lo necesitaban – los comercios de la zona habían quedado destrozados. La operativa se financió con donaciones que recibieron varias organizaciones destinadas a la iniciativa “Cultivemos Solidaridad”, gracias a la cual los agricultores recibían el pago por su producción, mientras las comunidades afectadas recibían el producto sin coste alguno. Las ONG que participan en la iniciativa lo tienen claro, cuando los comercios vuelvan a operar, ellos darán un paso atrás. La solidaridad no puede – no debe – competir contra el comercio local. 

Fuimos a visitar a uno de los agricultores miembros de Horta Cuina: Bruno. Bruno ha perdido el 40% de su producción; sus patatas, boniatos, tomates, coles y lechugas quedaron sumergidas bajo el agua y acabaron por pudrirse. Cuando nos cruzamos sus berenjenas de aspecto impecable, nos cuenta que en realidad la planta ha absorbido tanta agua que, de cosecharse, empezarían a aparecer unas manchas marrones provocadas por el exceso de agua y las berenjenas acabarían por pudrirse antes de llegar al consumidor. Más allá de las pérdidas que contabiliza Bruno (50,000 €) son las consecuencias a largo plazo lo que más preocupa a este colectivo de productores ecológicos, ¿de dónde venía esa agua y esos fangos?, ¿qué llevaban?, ¿podrían haber contaminado sus suelos?, ¿podrían, entonces, perder la certificación ecológica? De momento, están llevando a cabo análisis de suelo para tener una primera lectura de la situación. 

Hasta un cuarto de este grupo de productores se ha visto afectado de una forma similar a Bruno. Aunque reconoce los destrozos que el agua ha causado en sus campos, agradece el papel que estos han tenido en paliar una desgracia aún mayor en zonas residenciales. “Los cultivos han frenado el agua, si hubiera sido todo asfalto acelerando la velocidad del agua, no quiero pensar cómo habría acabado esto.” 

Salvar el suelo

El papel de los asesores agrícolas es fundamental a la hora de una transición hacia otra forma de hacer agricultura. Alguien que se gana la confianza y el respeto del agricultor tiene la llave en su mano para generar un gran impacto. Este es el caso de Juan, un asesor agrícola de agricultores ecológicos y convencionales, y gran convencido de la agricultura regenerativa, razón por la cual nos conocimos. Juan nos recibió en Valencia para mostrarnos algunos de los campos más afectados por las tormentas y riadas. 

Pasamos horas con Juan y uno de los agricultores a los que asesora, Enrique, viendo fincas cubiertas por cañas, fango, y todo tipo de escombros y basura arrastrada por la riada. Enrique practica agricultura convencional, pero no duda que, después de ser testigo del impacto que puede tener el agua, va a plantar cubierta vegetal en su finca. Nos decía Enrique que “el agua, como encuentre una grieta por donde colarse, te hace un destrozo” y nos explicaba ilusionado como al tener el suelo cubierto, logrará frenar el agua y evitar que se lleve todo su suelo por delante. 



En el grupo de agricultura regenerativa donde conocimos a Juan, muchos agricultores mandan comparativas de sus fincas, en las que implementan prácticas regenerativas, y las de sus vecinos. Es impresionante ver como las fincas regenerativas han sido capaces de absorber y filtrar el agua, conservando su suelo, mientras al pasar la linde se ven riadas de agua y barro, arrastrando el suelo que tanto cuesta crear. Prácticas regenerativas como las cubiertas vegetales o un diseño que permita almacenar y conducir el agua son algunas de las técnicas para hacer frente a lluvias torrenciales y su antónimo – las sequías. “Yo también he notado qué, a pesar de llevar tres años de sequía, hemos gastado menos riego e insumos, sacando más kilos. Ha costado años, pero nos espera una vida y más generaciones” comentaba días tras la tormenta Gonzalo, productor del aceite ecológico “Olioli” en Requena, Valencia.

La Junquera, uno de nuestros agricultores, también reportaba a través de sus redes sociales como, a pesar de que en su zona no calló tanta agua, lidiaron bien con la tormenta gracias a las técnicas regenerativas que ya implementan hace años. También contaban que mejoras planean llevar a cabo para lidiar aún mejor con futuras trombas de agua: Necesitamos hacer nuestras estructuras de gestión del agua más grandes y resistentes para enfrentar eventos climáticos extremos con mayor frecuencia. La agricultura regenerativa, que incluye estructuras de gestión del agua, cultivos de cobertura, franjas de vegetación, setos y la mejora de la salud del suelo, es clave para reducir la velocidad del agua y aumentar la capacidad de absorción del suelo.”



Con un aumento de apenas un 1% en la materia orgánica en el suelo, este puede retener hasta 75,700 litros adicionales de agua por hectárea. Este efecto esponja, especialmente beneficioso durante lluvias intensas, disminuye significativamente la cantidad de agua que corre por la superficie, reduciendo así las escorrentías, la erosión y los encharcamientos. Además, al controlar el volumen y la velocidad del agua que fluye hacia los ríos, se minimiza el riesgo de inundaciones en las comunidades cercanas.

Sin embargo, poco se puede hacer cuando llega “un tsunami que arrastra barro, cañas y escombros” como lo describieron algunos de los entrevistados. Juan y Enrique coinciden en que ahora la ayuda se necesita en la llamada “zona cero” del desastre, donde la prioridad es que la gente vuelva a acceder a sus casas. Pero esperan que, después de limpiar esas zonas, vengan a ayudar a los agricultores. Muchos aún no pueden acceder a sus fincas ni siquiera para ver el estado en el que están, ya que “hace falta reparar caminos, limpiar y quitar el fango para evitar que se pudran los árboles y sus raíces, al no poder respirar el suelo.” Muchos tratan de cuantificar la magnitud del desastre  (AVA-Asaja, asociación de agricultores valencianos, estima 1.089 millones), pero aún es difícil conocer las consecuencias reales a medio y largo plazo para estos suelos y los cultivos que crecen en ellos.

El héroe del tractor


Vicent, de Hort de Zéfir, lleva vendiendo sus mandarinas a través de CrowdFarming desde sus inicios. Su finca vecina, Naranjas del Carmen, es la finca de los fundadores de CrowdFarming, Gonzalo y Gabriel Úrculo. Vicent, impulsado por ellos, se lanzó a dar el salto a la agricultura ecológica. Reconoce que no ha sido un camino fácil, pero no se arrepiente. Ahora su trabajo es mucho más gratificante, y sigue descubriendo día a día cómo hacerlo mejor. 

Condujimos con Vicent desde su finca en Bétera, Valencia, hasta la localidad de Picanya, donde los alumnos de la Escuela Gavina lo recibieron como a un héroe y le entregaron una carta que decía “gracias por ayudarnos a volver a la escuela”. Durante las semanas que separaron las inundaciones de la reapertura de la escuela, Vicent recorría hasta 3 horas con su tractor para limpiar de fango este colegio al que acudieron sus hijos años atrás. 

Vicent es parte de un colectivo de agricultores ecológicos que lidera Nando Durá. Cuando llegamos a ver a Nando, acaba de hablar con la televisión para explicar la situación. Nando ha sido responsable de coordinar la ayuda de muchos agricultores que pusieron su maquinaria al servicio de las zonas más afectadas. “No podemos quedarnos parados cuando más se nos necesita, lo hicimos desinfectando las calles durante el confinamiento del covid-19 y lo hacemos ahora con las inundaciones”.

Si hay algo positivo que saca Nando de todo esto, es la visibilidad que está ganando el productor. Nando tiene una web propia en la que vende sus cítricos y arroz y, según nos cuenta, la gente se sorprende al conocer a agricultores y descubrir que pueden comprarle su producto directamente a través de internet y sin intermediarios. 

En el sur de España también llueve

Dos semanas después de las tormentas e inundaciones que arrasaron Valencia, le tocó, de nuevo, a la parte sur de la península. La zona de la Axarquía, Málaga, donde se ubican muchos de nuestros agricultores de subtropicales y cítricos, fue especialmente afectada. Si antes hablábamos de la necesidad de las cubiertas vegetales para hacer frente a lluvias torrenciales, justo esos días tenía lugar un curso organizado por CrowdFarming con agricultores de la Axarquía sobre cubiertas vegetales, que tuvimos que posponer por las alertas rojas de tormentas e inundaciones. 

Jessica, de Finca Aguilar, nos muestra como los limoneros plantados por su abuelo se han dado la vuelta con la fuerza del agua. Podemos ver sus raíces mirando al cielo. Jessica reconoce que “por suerte, gracias al protocolo adoptado tras lo que ocurrió en Valencia, solo se han producido daños materiales pero no personales. En la Axarquía paso algo similar a Valencia, “la gran cantidad de precipitaciones acumuladas tanto en el mismo pueblo como en las zonas altas de la provincia, han causado que el caudal del río crezca súbitamente, inundando y arrastrando todo lo que por su paso iba pillando”, prosigue Jessica. 



En los porqués cada uno encuentra sus propios culpables. Jessica, como otros agricultores, nos habla de las cañas que taponaron los cauces del agua. Otros hablan de las presas, del gobierno, del cambio climático o del urbanismo. Lo que todos tienen claro es una cosa – esto no lo habían visto nunca antes: “el agua llegó a alcanzar más de seis metros de altura” nos dice Jessica, “algo completamente increíble, llevamos más de 50 años cultivando cítricos en estas huertas y ni mis padres, abuelos o bisabuelos jamás han visto algo igual.” 

Es algo más que una pérdida material, nos explica Jessica; “hemos perdido gran parte de nuestra finca en la cual llevamos más de tres generaciones trabajando” pero no pierde las ganas de seguir trabajando por el legado de su familia, “con trabajo y esfuerzo iremos dando color a este gran desastre.”

DANA: ¿La hermana mayor de la “Gota fría”?

Cualquiera que conozca bien la costa Mediterránea española ha escuchado hablar de las lluvias torrenciales llamadas “gota fría”, típicas de los meses de septiembre y octubre. Este fenómeno se produce cuando una masa de aire polar aislada empieza a circular a altitudes muy elevadas y choca con el aire más cálido y húmedo típico del Mediterráneo al final del verano, desencadenando a menudo tormentas que descargan gran cantidad de agua en poco tiempo. Es decir, una gota fría es una DANA, “Depresión Aislada en Niveles Altos”, la misma que ha causado durante estas semanas estragos en la costa mediterránea española. ¿Qué la ha hecho tan devastadora esta vez entonces?

Los expertos llevan tiempo advirtiendo de que los eventos extremos se volverán más frecuentes e intensos. El IPCC (un organismo científico de la ONU que evalúa el cambio climático), anunciaba en su último informe que Europa se enfrentaría a un aumento de los riesgos climáticos, incluyendo el riesgo de inundaciones, que afectarían a las personas, las economías y la infraestructura y pérdidas en la producción de cultivos debido a las condiciones combinadas de calor y sequía y eventos climáticos extremos. Un informe preliminar de la organización académica World Weather Attribution ha establecido que el calentamiento global hizo un 12% más intensas las lluvias que cayeron sobre España y duplicado las probabilidades de que se produzcan.



En el mundo de la agricultura – especialmente la ecológica y regenerativa – estamos acostumbrados a oír hablar de “acontecimientos climáticos extremos cada vez más frecuentes” y su posible impacto en nuestra seguridad alimentaria. Es parte de nuestro día a día hablar de sequías, cosechas dañadas por granizos fuera de tiempo o de suelos degradados. Pero el 29 de octubre de 2024 y los días consiguientes dieron una sacudida brutal a Valencia y a gran parte de la costa mediterránea española, y sus consecuencias resonaron en el mundo entero. 

Las señales estaban, tanto de que estos eventos extremos llegarían como de cuáles eran las zonas inundables, sin embargo, nadie se había preparado para algo así. Aprendamos de lo sucedido, para cambiar la reactividad por la resiliencia: una carrera de largo plazo más que un sprint. En el IPCC también proponen cómo hacer frente a estos cambios, y algunos se parecen mucho a nuestra visión de lo que debe de ser la agricultura: La conservación, la mejora de la gestión y la restauración de los ecosistemas incluyendo la protección y restauración de la biodiversidad, pueden ayudar a fortalecer la resiliencia al cambio climático y proporcionar una amplia gama de co-beneficios, incluyendo el apoyo a los medios de vida, la salud y el bienestar humanos, la seguridad alimentaria y del agua, y la reducción del riesgo de desastres. 

Cris is the Head of Impact and Sustainability at CrowdFarming. Her background includes working in informal settlements in Buenos Aires, with Architects Without Borders in Senegal, in refugee camps in Greece, and other experiences in India and Palestine. These encounters have instilled in her a strong commitment to dedicating her professional life to creating positive social and environmental impact, a mission she now pursues at CrowdFarming.

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