A medida que se acerca el verano, nos vamos preparando para lo inevitable: temperaturas elevadísimas, un aumento del riesgo de incendios forestales y la amenaza inminente de la escasez de agua. Estas condiciones tan adversas afectan particularmente a los agricultores, que se encuentran con grandes dificultades para sacar rendimiento a sus cultivos e incluso para mantener las plantas con vida. Debemos esforzarnos por comprender que el agua dulce es un recurso extremadamente valioso y limitado que debe gestionarse eficazmente. Ahora que las sequías son cada vez más graves y frecuentes, es fundamental replantearse el valor que le damos al agua y buscar ciertas alternativas a las fuentes tradicionales. Una de esas alternativas es el agua recuperada, que, a pesar de sus limitaciones, ofrece una solución viable para mitigar esta escasez.
Comprender el reciclaje del agua
El agua recuperada, también conocida como agua reciclada o regenerada, son aguas residuales urbanas que se han tratado y depurado para eliminar contaminantes nocivos con el fin de que sean aptas para el riego agrícola, los procesos industriales e incluso algunos usos municipales. Este proceso permite reutilizar las aguas residuales, que si no se verterían en ríos u océanos, y conservar así las reservas de agua dulce.
¿Cómo funciona?
Cuando las ciudades y las zonas urbanas consumen agua (con las duchas, las lavadoras o el uso de los lavabos, por ejemplo), esa agua usada se envía a las plantas depuradoras. Allí pasa por dos procesos diferentes antes de que acabe en los mares y ríos cercanos en forma de residuos.
Para poder reutilizarla en la agricultura, esta agua tiene que pasar por un tratamiento más, además de los otros dos «normales».
Por tanto, para convertirse en agua recuperada, las aguas residuales pasan por estos tres procesos:
- Tratamiento primario: en esta primera fase se eliminan las partículas y los residuos de gran tamaño mediante el cribado y la sedimentación.
- Tratamiento secundario: en esta etapa se utilizan procesos biológicos para descomponer la materia orgánica. Los microorganismos consumen los contaminantes orgánicos, lo que reduce considerablemente la demanda biológica de oxígeno (DBO) y los sólidos en suspensión del agua.
- Tratamiento terciario: en esta última fase el agua vuelve a filtrarse y desinfectarse para eliminar los contaminantes que puedan quedar, como patógenos, nutrientes y metales pesados. Entre los métodos más habituales se encuentran la cloración, el tratamiento ultravioleta (UV) y la filtración por membrana.
- Tratamiento avanzado (si es necesario): en algunos casos, se utilizan otros procesos, como la ósmosis inversa, para garantizar la máxima calidad del agua recuperada, sobre todo si se va a utilizar para fines potables.
Una vez que el agua ha pasado por todos estos procesos, se les puede vender a los agricultores para que la utilicen en el riego. Actualmente, el 27 % de las más de 2000 depuradoras de aguas residuales que hay en España cuentan con la tecnología necesaria para ofrecer tratamientos terciarios que posibilitan la reutilización del agua, y se estima que ya reutilizamos más de 400 hectómetros cúbicos al año, lo que equivale a entre el 7 y el 13 % de las aguas residuales depuradas.
¿Qué ventajas y riesgos presenta el agua recuperada para los agricultores?
Ventajas:
1. Un suministro de agua fiable: el agua recuperada constituye una fuente fiable de agua, especialmente durante los periodos de sequía, cuando las fuentes de agua tradicionales escasean. Esto puede ser decisivo para mantener el rendimiento de los cultivos y fomentar la productividad agrícola.
2. Protección del medioambiente: al reducir la demanda de fuentes de agua dulce y minimizar el vertido de aguas residuales en masas de agua naturales, el agua recuperada ayuda a proteger los ecosistemas y a mantener el equilibrio medioambiental.
3. Agua rica en nutrientes: el agua recuperada suele contener nutrientes como nitrógeno y fósforo, que pueden favorecer el crecimiento de los cultivos y reducir la necesidad de fertilizantes. Sin embargo, si no se gestiona correctamente, también supone un riesgo, ya que puede crear un desequilibrio en lo que respecta a los nutrientes.
4. Alternativa rentable (hasta cierto punto): en muchos casos, el agua recuperada es más económica que otras alternativas como la desalinización, por lo que ofrece una solución más sostenible para las regiones donde hay escasez de agua.
Riesgos:
1. Preocupación por la calidad: a pesar de los tratamientos rigurosos que se aplican, la calidad del agua puede variar. Por ejemplo, un problema frecuente en el uso de agua recuperada en zonas costeras es la salinidad o conductividad, que puede suponer una amenaza para los cultivos si no se gestiona correctamente.
2. Percepción pública: por lo general, hay cierta oposición pública al uso de agua recuperada, sobre todo en la cadena alimentaria. La preocupación por la seguridad y la calidad puede dificultar la aceptación y la comercialización de los cultivos que se riegan con agua recuperada.
3. Costes: el agua recuperada es una opción más asequible que otras en un contexto en el que no haya suministro de agua dulce, pero sigue siendo más cara para los agricultores que el agua dulce de los pozos o embalses locales.
4. Barreras normativas: estar al día con las normativas sobre el uso de agua recuperada puede ser complicado y lento, ya que hay que conseguir varios permisos y cumplir normas muy estrictas.
En resumen:

¿Qué opinan nuestros agricultores?
«Como agricultora que se enfrenta a periodos de escasez de agua, considero que el agua regenerada es un salvavidas. Es una fuente fiable de riego y una solución que se ha utilizado en otros países durante bastante tiempo. A pesar de las preocupaciones sobre la menor calidad y los mayores costes, es una alternativa vital que ayuda a mantener vivos nuestros cultivos y apoya la agricultura sostenible».
– Agricultora de CrowdFarming
Conclusión
Los agricultores se enfrentan a los habituales problemas de las sequías estivales y la creciente escasez de agua, pero no existen soluciones mágicas que puedan zanjarlos por completo. Sin embargo, el agua recuperada destaca como posible alternativa, ya que ofrece una fuente fiable de agua de riego. Aunque esta opción también plantea dificultades (como la preocupación por la calidad, la percepción pública, los obstáculos normativos y los costes), las ventajas del agua recuperada la convierten en una alternativa viable que hay que tener en cuenta. Al adoptar esta solución, los agricultores pueden reducir su dependencia de las reservas de agua dulce, que cada vez son más escasas, proteger el medio ambiente e incluso mejorar la resistencia de sus cultivos frente al cambio climático.
En épocas de sequía, cuando hay que elegir entre utilizar agua recuperada o no tener agua, el potencial de este recurso resulta aún más evidente. Con una gestión adecuada y controles de calidad estrictos, el agua recuperada puede desempeñar un papel fundamental para respaldar la agricultura y garantizar la producción de alimentos en el futuro.
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