Empieza la primavera. La estación más bonita y también la más crítica para la mayoría de los árboles frutales de Europa. En este periodo, cualquier evento climático tiene un impacto decisivo en la cantidad y calidad de la cosecha, más que en cualquier otro momento del año.
¿Cómo afectan los eventos climáticos de primavera a las futuras cosechas?
Si las temperaturas suben demasiado rápido, el exceso de calor puede quemar las flores de árboles frutales como el almendro (Prunus dulcis), el cerezo (Prunus avium) y el peral (Pyrus communis). La desecación de las flores impide la polinización y el cuajado de los frutos, reduciendo la producción.
Por otro lado, temperaturas demasiado bajas pueden ser igual de perjudiciales. Las heladas tardías afectan a especies como el melocotonero (Prunus persica), el albaricoquero (Prunus armeniaca) y la vid (Vitis vinifera), provocando la necrosis de los tejidos florales y la pérdida de la cosecha. En regiones donde las heladas son recurrentes en primavera, los agricultores deben recurrir a sistemas de protección como riego por aspersión o calentadores para minimizar los daños.
Además, las precipitaciones intensas pueden tener consecuencias negativas no solo para los árboles frutales, sino también para los polinizadores. Una lluvia fuerte puede lavar el néctar de las flores, dificultando la recolección de alimento por parte de las abejas y otros insectos. Esto afecta tanto a la polinización de los cultivos como a la producción de miel, ya que las abejas melíferas (Apis mellifera) dependen del néctar como fuente principal de energía.
Aún así, el daño más grande que sufren nuestros campos en Europa no es el que producen estos eventos climáticos, sino el uso de pesticidas de síntesis química.
Los polinizadores y el cultivo ecológico
La primavera es también un periodo clave para los polinizadores. Además de las abejas y abejorros (Bombus spp.), otros insectos como las mariposas (Lepidoptera), los sírfidos (Syrphidae) y algunas especies de escarabajos desempeñan un papel fundamental en la reproducción de muchas plantas cultivadas y silvestres. Sin estos polinizadores, la producción agrícola se vería severamente afectada, lo que pondría en riesgo la seguridad alimentaria y la biodiversidad.
Cuando un agricultor no ecológico aplica tratamientos con pesticidas en los árboles, también se lo aplica a las abejas directa, o indirectamente cuando recogen el néctar que tiene el residuo químico. Esto reduce la capacidad de orientación y la tasa de supervivencia de las abejas, contribuyendo a su declive global. En cambio, los cultivos ecológicos promueven un entorno saludable al evitar estos compuestos tóxicos y fomentar la diversidad de flores.
Gracias a las adopciones, los agricultores se aseguran un precio que les permite un cultivo ecológico. De esta manera, también contribuyen a la preservación de los ecosistemas y sus polinizadores.
Feliz primavera, ¡hasta la próxima estación!
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