Las aves son el grupo más grande de vertebrados terrestres, y como tal, son de gran importancia para el funcionamiento de la mayoría de ecosistemas: polinización y dispersión de semillas, control de plagas, o movilización de ciclos de nutrientes son solo algunos de los servicios que proporcionan.
Durante años hemos podido observar cómo la población de aves iba reduciéndose drásticamente. De hecho, este declive es más que preocupante. Estamos hablando de una disminución total del 25% de la población de aves. En total, hay alrededor de 800 millones de aves menos que hace 40 años en Europa. El número de aves urbanas ha disminuido en un promedio del 28%, el de aves de bosques en un 18%, pero la mayor caída la han experimentado las especies asociadas a entornos agrarios, alcanzando el 60%.
Si nos fijamos en los datos de cómo las aves europeas están disminuyendo a una tasa alarmante, observamos que gran parte de esta disminución corresponde con las aves asociadas a entornos agrarios, “aves de campo” – como la perdiz, la calandria o la golondrina.
¿Por qué está ocurriendo esto?
Más allá del cambio climático y el aumento de las temperaturas, la respuesta parece estar en cómo producimos nuestra comida. La situación en descenso de aves – además de otras especies -, evidencian la crisis ambiental que atraviesa la agricultura en la actualidad y, por extensión, nuestro modelo de consumo de alimentos.
Por estos motivos, el factor que ejerce una mayor presión sobre la población de aves no es otro que la propia agricultura intensiva. Una agricultura que se centra en maximizar la productividad de las tierras cultivables a través del uso intensivo de insumos como pesticidas, fertilizantes, maquinaria y tecnología, con el objetivo de obtener altos rendimientos por unidad de área. Este tipo de agricultura se centra en la producción masiva con la utilización de monocultivos, es decir, el cultivo de una sola especie en grandes extensiones de tierra, la aplicación regular de fertilizantes químicos para nutrir las plantas y el uso extensivo de maquinaria agrícola para maximizar la eficiencia en los procesos de siembra, cosecha y manejo de cultivos. De hecho, es importante entender el efecto de estas prácticas para comprender la relación que existe entre el descenso de la población de aves de campo y este tipo de agricultura.
- El principal factor que impulsa la disminución de la población de aves se encuentra en el uso de pesticidas y fertilizantes de manera descontrolada. El fuerte uso de pesticidas acaba con la población de invertebrados en los cultivos. Esta desaparición de insectos y otros invertebrados provoca una cascada trófica hacia la parte superior de la cadena de alimentación. Los invertebrados representan una parte importante de la dieta de muchas aves.
- Para generar grandes plantaciones de monocultivo es necesario transformar el medio. Árboles y arbustos desaparecen para dar lugar a especies de cereales que no pueden ofrecer cobijo y un hábitat adecuado para muchas especies de aves. Muchas veces, incluso aunque sea arbóreo, el cuidado de ese cultivo, la maquinaria usada y el método de recolección imposibilitan a las aves establecerse en ellos de manera natural.
- La emisión del 13% de los gases de efecto invernadero procede de suelos agrícolas, que se eleva a casi un 30% si contamos las emisiones del sector agroalimentario en su conjunto. El cambio climático, y el aumento de la temperatura asociado, es otro factor clave que explica la pérdida de la población de aves en toda la región europea.
- Si nos centramos en aquellas especies de campo que precisan de masas de agua en su hábitat, podemos observar como la actividad agraria no ha mejorado mucho este tipo de entornos naturales. Es un hecho que la extracción ilegal y sobreexplotación de los acuíferos para uso agrario hace extremadamente menos resiliente al conjunto del ecosistema. Un caso especialmente preocupante es el del Parque Nacional y Parque Natural de Doñana en el Sur de la Península Ibérica donde las constantes políticas de ampliación de regadíos están comprometiendo la supervivencia del parque natural y de la grandísima cantidad de animales, en especial aves, que dependen de él.
Sin embargo, también hay agricultores que hacen un esfuerzo consciente por contribuir al mantenimiento de la biodiversidad. Nuestros productores de aceite de oliva, para nombrar una iniciativa, se han comprometido a no participar en la práctica de cosechar sus aceitunas de noche para no perjudicar a las aves reposando en sus árboles.
Una finca amada por las aves – Riet Vell
Un ejemplo perfecto de conciliación de las actividades agrícolas con la naturaleza es Riet Vel Riet Vell -uno de nuestros proyectos arroceros en la región española de Cataluña- que ha dedicado 10 hectáreas de sus tierras a crear hábitats naturales para las aves. Una parte de la finca ha pasado a ser desde entonces un “espacio de biodiversidad”, repleto de diferentes especies. Se ha convertido en uno de los lugares más visitados del Delta del Ebro para los amantes de las aves.
Como miembro de SEO/BirdLife, la Asociación Española para la Conservación de las Aves y la Naturaleza, nuestro arrocero Juan Carlos Cicera, de Riet Vell, conoce bien la situación. Para él, la palabra «agricultura» engloba muchos tipos diferentes de gestión, cultivo y actividades. Sostiene que muchas actividades agrícolas son fundamentales para el sustento de multitud de especies de aves.
“Según cómo se interprete, decir que la agricultura es el principal problema de nuestras aves no es necesariamente exacto -nos cuenta Juan Carlos. En el modelo agrícola actual, sobre todo el convencional, que busca rendimientos muy altos y utiliza muchos agroquímicos, sí. Pero también hay una agricultura por la que nosotros apostamos, que es la agricultura ecológica -en nuestro caso totalmente integrada en el territorio, donde lo que se pretende, es que complemente el ecosistema, lo que no sólo no perjudica, sino que puede llegar a beneficiar a las aves y a la biodiversidad”.
Para Juan Carlos, en realidad hay una contribución viable para combatir el problema del declive de las poblaciones de aves por parte de los agricultores: “Lo que beneficia al mantenimiento de las aves en nuestros campos es crear estos pequeños rincones o espacios dentro de los cultivos para que crezca otro tipo de ecosistema o hábitat para plantas silvestres, quizás en parcelas menos productivas. Pero claro, eso choca un poco con el afán de productividad de la sociedad: se paga por kilo de trigo, no por kilo de biodiversidad”.
Eso nos lleva a la conclusión:
Existen soluciones que pueden contribuir a mejorar la situación, y podemos tomar un papel activo incluso desde la posición de consumidores.
Es importante apoyar y exigir la aplicación de políticas agrícolas que incorporen, de manera eficaz, objetivos de conservación de la biodiversidad y del medio natural, o incluso pagos por servicios ecosistémicos. Las políticas agrarias suponen el 40% del presupuesto de la UE, el buen uso de ese presupuesto puede ser diferencial no solo para salvar las aves europeas, sino también para el resto de biodiversidad de nuestra región.
Como consumidor, un primer paso es apostar por la agricultura ecológica, en la cual se elimina el uso de pesticidas y fertilizantes de síntesis, los principales factores que ejercen presión sobre la población de aves. Dar un paso más aún sería apostar por modelos de cultivo y de consumo sostenibles que contemplen la protección de la naturaleza. Apoyándolos, podremos aumentar la rentabilidad de estos modelos de producción y prácticas agrarias beneficiosas para la biodiversidad para que puedan ser más accesibles a todo el mundo.
Entre ellos, algunos de estos modelos de cultivo son la agricultura regenerativa y la agroforestería. Ambas incluyen una serie de manejos del terreno destinados a la conservación y mejora de la biodiversidad en el entorno agrario. Por ejemplo, utilizando arbustos y árboles integrados en el cultivo mantenemos el hábitat de las aves. También, el uso de cultivos intercalados, el manejo integrado de plagas o la reducción de la labranza pueden ayudar a que aquellos invertebrados beneficiosos para el terreno y fuente de alimento para las aves se mantengan presentes.
De estos últimos no debemos olvidarnos, como advierte Juan Carlos: «Conocemos las aves porque son uno de los grupos animales mejor estudiados. El problema es que esto probablemente significa que a nivel de insectos, mamíferos y anfibios la situación es similar o incluso peor en algunos casos. Los insectos están mucho menos estudiados que las aves. Existen programas de seguimiento y estudios de población de aves desde hace muchos años, por lo que es más fácil evaluar tendencias, crecimiento y estudiarlos más a fondo. Pero lo que ocurre con muchas especies, como insectos, arácnidos y otros invertebrados, es que hay mucha menos información disponible”.
Os dejamos con unas sabias palabras de nuestro amigo Juan Carlos, como agricultor y conservacionista de aves:
“Es bueno poder utilizar las aves como bandera porque hay datos técnicos, hay estudios científicos, hay muchos argumentos que justifican la necesidad de apostar por mantener la biodiversidad. Las aves sirven para dar la voz de alarma sobre lo que está pasando a un nivel más global, sirven para tomar medidas.”
Fuentes:
- Rigal, S., Dakos, V., Alonso, H., Auniņš, A., Benkő, Z., Brotons, L., Chodkiewicz, T., Chylarecki, P., de Carli, E., del Moral, J. C., Domşa, C., Escandell, V., Fontaine, B., Foppen, R., Gregory, R., Harris, S., Herrando, S., Husby, M., Ieronymidou, C., Devictor, V. (2023). Farmland practices are driving bird population decline across Europe. Proceedings of the National Academy of Sciences, 120(21). https://doi.org/10.1073/pnas.2216573120
- McLaughlin, A., & Mineau, P. (1995). The impact of agricultural practices on Biodiversity. Agriculture, Ecosystems & Environment, 55(3), 201–212. https://doi.org/10.1016/0167-8809(95)00609-v
Seo birdlife – sociedad española de ornitología. SEO/BirdLife. (2023, May).
Comentarios
Tenga en cuenta que sólo responderemos a los comentarios relacionados con esta entrada del blog.